Cuentan las grandes abuelas de arrugas marcadas en los labios, que nunca hubo antes una razón más poderosa para ser infeliz que el derramamiento de unas pocas gotas de café sobre el suelo estéril del desierto.
Cuentan los grandes abuelos de fuertes rasgos en las caras, que antes los hombres no andaban sufriendo con males del corazón ni con males de la cabeza. Los hombres eran hombres y no había otra opción.
Cuentan los antiguos mecánicos de bigotes prominentes y engomados que la mejor manera de reparar el podrido corazón de un motor de seis cilíndros es rectificando el platillo y el disco sin voltear a ver las piezas que se cambian.
Dicen los más renombrados oftalmólogos que para curar los ojos no sólo se requieren gotas de cloronfenicol sino un poderoso microscópio que permita inspeccionar los boquetes abiertos por las distintos golpes emocionales en el alma.
Dicen las autoridades académicas que el orden ha sido alterado.
Rumoran las autoridades civiles que ya nada será igual, que ese pasado mágico ha quedado en la telaraña del pasado y que el riesgo de evocarlo es tán grande que podría destruir la vida de cualquier hombre cuerdo.
Y tú, especialista en el arte del engaño comercial ¿Qué dices? ¿Qué piensas?
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Mr MONOTEMATIQUE, por favor recupera tu antojadiza e inquieta prosa y PONTE A ESCRIBIR! las dimensiones kafkianas de nuestra existencia en spring city lo ameritan!
ResponderEliminarjajajaja, muy bueno!
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